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SIN PRISA, PLEASE

Más vale que no me dedico al fútbol o a la fórmula 1…

Ya sé que es lo que se lleva, las prisas, la competitividad, la urgencia,…
Como no nací con el «don» ni la facilidad, sino que lo que he conseguido hacer es fruto del esfuerzo y el trabajo a lo largo de mucho tiempo, no soporto contemplar cómo en algunas (o en muchas) actividades no hay paciencia, ni confianza, ni tiempo.
Hay un ritmo que es el natural, al que no debiera atañer ni el reloj ni el calendario.
A los entrenadores de fútbol en España les espera siempre el mazo y la inquietud. Yo no sabría trabajar así. Como lo de McLaren

– Me he pegado unos meses trabajando en el «eléctrico» y es ahora cuando empiezo a sentirme cómodo después de 15 años en otra tesitura. Puedo ya disfrutar.
Los primeros conciertos fueron bastante traumáticos, aunque yo no sufro porque ya sé que todo tiene su proceso y soy hombre de convicciones, y luchador, y adelanto que éste proceso todavía no ha concluido. Pero puedo ya disfrutar.

– Hace 11 años, en 2004, toqué por primera vez en La Meca (Mota del Cuervo), y también por segunda. Fue en aquella segunda tumultuosa ocasión, cuando lo llevaban «los Cid«, cuando al final del concierto firmé a basto rotulador permanente la impoluta camisa de la banda de música a un chaval de 15 años muy salao, y muy cocido, con el que cayeron buenas risas a costa de la bronca que le esperaba en casa cuando viera su madre la camisa firmada y la melopea que la acompañaba.
Hoy ese chaval, Alvaro, tiene 27 años y, lo que son las cosas, es ahora el dueño de «La Meca». Genial.

– Nadie que ronde los quijotescos molinos de Mota del Cuervo (Cuenca) debiera pasar sin conocer La Meca. Es imposible que no os sorprendáis con este local. Imposible.
Así por encima puedo asegurar sin pensarlo demasiado que es, como mínimo, uno de los tres garitos que más me gustan de los que he conocido en todo nuestro extenso país. No tengo la menor duda. La decoración, la atmósfera, la música, la gente, la solera… lo tiene todo y más. Y encima ahora le han cascao un patio lateral que es lo único que le faltaba.
Si tuviera un garito así cerca de casa no necesitaría salón.

– Tenemos entre los moteños muchos y viejos conocidos. Desde los ancestrales hasta nuestra particular cuadrilla de «locas incontrolables» y «maridos perplejos», es para verlo. Me encanta!
Es, también aquí, como estar en casa. A veces me sorprendo al pensar en cuántos lugares nos conocen a Virginia y a mí mucho más que en donde vivimos, Barañáin (Navarra). Aquí soy sólo vecino, lo de artista me lo llevo de viaje… cuanto más lejos mejor.

– Gracias a tod@s y suerte a Alvaro y Sandra con La Meca. Sueño con que os vaya de lujo.
Por cierto, para lujo los bocatas de panceta que nos hizo Alvaro a las tantas. Sin ellos mi despertar hubiera sido mucho más frágil. Gracias majete!!!!
Nos faltaron Lakers y Elvira, pero tuvieron su canción dedicada, la del vídeo que da entrada a esta crónica. La próxima nos vemos 😉

La mañana siguiente amaneció soleada y deslumbrante. Más para alguien que viene del norte después del invierno. Optamos por cambiar el típico menú de restaurante de carretera que solemos devorar por un asalto al supermercado y comer junto a los molinos que Cervantes en persona edificó para vigilar Mota de las invasiones por mar. Creo.
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El Bar Veider (Villargordo del Cabriel-Valencia).
– No llevan todavía tres años y ya hemos tocado tres veces. Y la cosa va a más cada año.
Elena y Jesús son los culpables de que un pueblo más (se me entienda) a orillas de la A3, fronterizo entre La Mancha y Valencia, tenga un local diurno-nocturno, grande, con buena música y actuaciones y actividades que no son habituales en poblaciones de 600 habitantes.
– Es un sitio peculiar, es un pueblo peculiar. Es Valencia pero da un poco la sensación de seguir en La Mancha. El trato campechano que tanto agradecemos sigue siendo aquí la tónica general, hasta los que vienen de la capital, Valencia, se dejan contagiar sin resquicios por el alma de pueblo que hace del mundo un lugar más sencillo y placentero. Más cercano.

– Como ocurre tantas veces cuando la gente ya me conoce y sabe qué esperar de mis conciertos vienen con más actitud y disposición. Aquí también las mesas se quedaron más lejos (aun había muchas) y l@s primer@s valientes en ocupar el maldito y temido espacio frente al escenario hicieron todo más fácil y mejor. Gracias por el detalle! 😉
Luego están la odiosas fluctuaciones que el «salir a fumar» provocan siempre en los conciertos. Tan pronto estaba arropado como desangelado. Cuestión de segundos.
Y como se fue volvió, y otra vez tod@s conmigo. Es una locura.
– Lo pasamos en grande. Superada la barrera psicológica de las mesas hubo un gran puñado de animadas y animados que bailaron y corearon todas las canciones.
En esta vida puedes disfrutar viendo las cosas que pasan, pero también puedes participar de las cosas que pasan, e incluso hacer que pasen. Este último tipo de personas es sin duda quien más se divierte. El sábado en el Bar Veider hubo mucha gente que se lo pasó en grande, y yo era un@ de ell@s. Agradecido es poco.

– Alguien profano, así de primeras, ni de Valencia ni de La Mancha se espera esa geografía escarpada que rodea a Villargordo del Cabriel. También estoy seguro de que nadie de los cientos o miles de vehículos que pasaron casi rozándonos por la A3 se podría imaginar la que teníamos montada a pocos metros de su ruta.
Gracias a tod@s l@s villagordeñ@s y allegad@s por compartir con nosotros vuestra simpatía y vuestra energía.
– No sé qué harán Elena y Jesús con sus vidas, pero en el Bar Veider o donde estén les deseo lo mejor, por su simpatía, por su hospitalidad, por su sencillez, por su paciencia, por su esfuerzo… y porque también allí nos hacen sentir como en casa. Gracias!

– Pd: No sé quién hizo los huevos con gulas y con patatas panadera, pero podría cenar eso todas las noches de mi vida. Enhorabuena a quien le corresponda.

– Pd2: Más vale que no me dedico al fútbol ni a la fórmula 1. Aprendí que las cosas de palacio van despacio. Y aunque no soy príncipe sino vasallo de mi vocación, gusto de darme aires de marqués cuando se trata del vivir. Y la prisa mata más que cualquier otra cosa. Dejemos que las cosas ocurran. Hagamos que ocurran…
Pero, sin prisa, please.

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