Ya iba siendo hora de romper el hielo y ofrecer el primer concierto del año.
Ya iba siendo. Roto éste todo va rodado. Y nunca mejor utilizada la expresión, porque pronto empiezo con algún que otro viaje largo con el que sacudirme el denso y pesado polvo de varios meses de mucha oficina (estudio) y poco trabajo de campo (giras). Si acaso algunos conciertos periféricos que, si bien alimentan el alma del músico y el asunto no baladí de la supervivencia, no satisfacen mi ya larga y arraigada afición a viajar y andar perdido por el mundo guitarra en ristre.
En varios sentidos el concierto del Lorea Taberna me ha venido de perlas, y lo cogí con tantas ganas que descuidé detalles que rara vez escapan a mi control, como alimentarme bien, surtir mi cuerpo de glucosa llegada la necesidad y dosificar la ingesta de whisky dentro de unos parámetros razonables. Andaba como un chiquillo y pagué el peaje que pagan los chiquillos, con alegría y sin remordimientos, eso sí. Me tosté antes y más de la cuenta, y eso derivó de forma inexorable en lo que suele derivar. Sumando todo esto a los límites físicos del espacio escénico que reducían al máximo mis movimientos y coartaban mi expresión como a un soldado coarta una trinchera, y a una serie de emociones intensas y puntuales por motivos que no vienen al caso que me dejaron desnudo y a flor de piel, el resultado fue una noche de despendole sin remilgos ni exquisiteces.
Ahora toca repartir cuerpo, alma y cerebro entre el disco y los conciertos, y eso es agotador, pero también intenso y emocionante, como debe ser la vida, al menos buena parte de ella, o visto con perspectiva las etapas más memorables así fueron. Sin lucha no hay gloria.
Tengo pendientes de un poco más de trabajo algunas versiones de las que ya grabé las bases hace tiempo pero que permanecen en la reserva para épocas como esta, así que entre las grabaciones de coros y percusiones de Pablo Works iré metiendo algunas horas en esos temas hasta que estén vistos para presentar con cierta dignidad cualquier día de estos. No son canciones del montón, son de las de final de concierto, míticas.
En fin, que una vez roto el hielo comienza para Pablo Líquido, ahora sí, este 2019 en el que, en su noveno mes, cumpliré 20 años de gira. Ahí es ná!
Sobra aclarar lo que es obscenamente obvio, que todo eso os lo debo a vosotr@s, a la gente que venís a mis conciertos, a la gente que me contratáis para vuestro bar, para vuestro pueblo, para vuestra fiesta privada, a la gente que me compráis algún disco (que eso lo tengo demasiado descuidado), a la gente que os interesáis por mí en youtube, en facebook, en la web… No se lo debo a nadie más, no se lo debo a ninguna productora, a ninguna discográfica, a ningún mecenas, a ninguna radio, ni a ningún canal de televisión. Sólo tengo una deuda con vosotr@s, con la gente de a pie, con mi público, el que he ido conociendo y convenciendo de bar en bar durante estos ya casi 20 años. Con l@s que me he ido de copas, con l@s que me han llevado a su casa a comer, o a dormir, con l@s que han marcado la fecha de mi concierto cuando me acerco a su tierra y han venido contra viento y marea, a l@s que han viajado sólo para escucharme cantar, a veces desde muy lejos, a l@s que me han dado ánimos y apoyo una o muchas veces, a l@s que le han hablado de mí a tanta gente para que vengan también a verme actuar…
¿Sabéis qué es lo más curioso de todo esto? Que sólo yo sé lo que soy, porque al no tener repercusión mediática, ni buscarla en las redes ni en ninguna parte, nadie más es consciente de lo que significo para otro pueblo u otra ciudad, cuántas veces he tocado en cada sitio y cuántos momentos entrañables y fiestas míticas y magníficas hemos vivido. Además no es como con la gente famosa, aquí las fiestas las vivimos juntos vosotr@s y yo, somos un verdadero pack, nada que ver con los conciertos grandes. Nada. Pues eso es lo más curioso, que sólo yo tengo una idea aproximada de lo que dejo atrás en cada concierto, y nunca me dejáis de sorprender demostrándome a lo largo de los años cuánto os acordáis de mí pese a seguir siendo un desconocido.
Para despedirme con una pincelada de realidad, que sepáis que este artículo lo estoy escribiendo porque no puedo ir al estudio. Mi hijo Marco tiene gripe y me he quedado en casa para cuidarlo, y no pudiendo hacer otra cosa útil he optado por saludar el año nuevo con un articulillo que contiene lo que se me ha ido ocurriendo sobre la marcha.
Roto ya el hielo os mando un abrazo de dinosaurio y os deseo una semana espléndida.
Roto el hielo… se acabó la rabia
Pablo Líquido
Pd: Esta posdata la añado 5 horas después de haber escrito el artículo. Acabo de escuchar la canción elegida para representarnos en Eurovisión… LA VENDA. Normalmente no hay un sólo minuto que no me reafirme en el acierto del camino que elegí, tener mi oficio al margen de los trapicheos y mamoneos que copan la industria de la música, que desde luego en España es especialmente flagrante y sangrante. Hoy es uno de esos días que confirman que esa industria y ese público «general» son exactamente la antítesis de mis principios y motivaciones. De ninguna forma podría esperar ni pretender encajar en semejante desatino lamentable que impera en este disparate nacional en que han convertido la industria del entretenimiento/culturra nacionales a nivel popular. Con lo que nos viene creo que no sólo voy a necesitar un venda, también tapones para los oídos para poder recoger el equipo mientras ponen por los altavoces de los bares esa soberana mierda sin volverme loco. Superan al reggaeton, y alcanzamos cotas insospechables de involución. Tener criterio y sensibilidad se está convirtiendo hace tiempo en una sincera tortura.
Pd2: A estas horas creo tener la casi total seguridad de que la gripe de mi hijo ha hecho transbordo a mi cuerpo.
Una respuesta a «ROTO EL HIELO…»
Gracias a ti por hacer posible ese pack. Por convertir un concierto en algo íntimo y especial. Por darte todo. Por hacernos reiír y emocionarnos.
En un día tan nostálgico para algunos, crear nuevos recuerdos imborrables. Por conseguir que un no aficionado a la música, no quiera perderse un solo concierto tuyo. Porque un pequeño grupo de desconocidos, acabe abrazándose y besándose quedando en verse en tu próximo bolo. Por ser como eres. Tú lo haces posible, solo, sin ayuda de nadie.
Nos vemos en marzo.