Un final de semana cuando menos peculiar y sin duda delirante este que acaba de transcurrir. Si cada concierto es un mundo y todos, aunque fueran en el mismo lugar, son muy diferentes (por lo menos en mi caso, que hay músicos que le dan a la manivela y les van pasando las canciones sin pena ni gloria) estos dos últimos conciertos, como pack, se han cubierto de gloria. Por muy diferentes y distantes razones.
El jueves toqué entre estrellas y el sábado entre montañas.