70 x 70, esas son las medidas de mi escenario de emergencia, el que me cabe en la furgo con todo el equipo y que utilizo cuando no hay otra cosa sobre la que subirme.
¿Qué hubiera sido de mí este sábado en el Wind Cambrils sin mi mini escenario?
Si se midiera la grandeza de un artista por el tamaño de su escenario, yo sería probablemente uno de los artistas más pequeños de cuantos surcan los bares, discotecas, salas y plazas de este lugar llamado mundo.
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Cuando mides 1,70 mts no puedes permitirte el lujo de tocar a ras de suelo, porque muchos te escucharán pero no te verán.
Al margen de esta importante cuestión íntegramente práctica hay una razón mucho más simbólica y espiritual referente a lo que es «un escenario».
No es el suelo el lugar para el que estamos hechos los artistas, aunque podamos (por supuesto) hacer lo mismo que sobre un escenario. Es un asunto cuasi litúrgico, simbólico y emocional. Y no, no me refiero a esos artistas que van «a un palmo del suelo».
Soy la misma persona cuando estoy sobre un escenario que cuando estoy paseando por la acera, pero no afronto las cosas de la misma manera, no me comporto igual.
Por la vida soy uno más, o dicho de otra manera, por la calle no tengo una misión concreta ni utilizo «técnicas» y «artes» para alcanzar objetivos concretos.
Sobre el escenario soy un artista, un showman, un entretenedor; tengo objetivos y para alcanzarlos utilizo, además de infinidad de técnicas estudiadas y trabajadas hasta la extenuación, todo el espectro de mis capacidades enérgicas y emocionales, vacío mi mente y abro de par en par los poros de mi alma, y dejo que fluya todo lo que corre por mis venas, sin más medida y control que el resquicio de sentido común que me quede y el instinto que brinda la experiencia
Por eso «el escenario» es un lugar concreto y definido, donde estás para lo que estás, porque hay que saber qué eres y en dónde estás para soltar ciertas riendas y amarrar otras. El escenario es un espacio concreto con sus connotaciones, implicaciones, leyes y particularidades bien definidas.
Al menos para mí.
Además, siendo algo más prosaico, es mi puesto de trabajo.
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Un claro ejemplo de lo que hablo está en ese pequeño escenario de 70 x 70 en el que me vacío entre tragos y emociones desatadas, durante horas y horas de desenfreno.
Algún día me caeré, eso antes o después tiene que pasar, porque si contamos los más de 1.400 conciertos que llevo, a una media de tres horas por concierto tranquilamente, nos salen muchas más de 4.000 horas de brindar, sudar, luchar y perder nociones y vergüenzas a cien por hora.
Me extraña sinceramente no haber dado todavía con mis huesos en el suelo.
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Mi escenario de emergencia, que utilizo más de lo que quisiera pero que me salva la dignidad, tiene unas medidas que impiden que me pueda mover, que pueda saltar, que me pueda dar la vuelta, que abra las piernas… de desplazamientos y bailes ni hablamos.
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Ese pequeño escenario fue otrora una pequeña prolongación de la cama de nuestra furgoneta que, con la imprescindible ayuda de mi amigo, y sin embargo cuñado, Jokin Ventura modificamos para darme un lugar, aunque pequeño, estable y elevado donde realizar mi labor a la vista de tod@s.
Claro que me limita ese micro escenario, pero más me limitaría que no me pudieran ver; porque mis 1,70 mts se convierten en 1,50 en cuanto abro y flexiono mis piernas.
Claro que tiene su riesgo y que me obliga a vivir al límite en mis movimientos y expresiones pasionales en mitad del furor y la oscuridad deslumbrante que se vive allí arriba, por el efecto de las luces y el humo, pero más arriesgado sería dar todo lo que tienes y que los de la tercera fila no lo pudieran ni ver.
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Ese escenario es sólo un detalle más de las decenas de pequeñas cosas que hay que tener en cuenta, que yo tengo en cuenta, además de las básicas y comunes que son tocar y cantar bien.
Es uno de los infinitos granos que hacen de mi meticuloso trabajo una pequeña montaña.
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¿Qué hubiera sido de mí este sábado en el Wind Cambrils sin mi mini escenario?
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Siempre vuestro.
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Pablo Líquido
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Pd1: Así se me veía desde fuera del concierto gracias a mi escenario de emergencia. Hay alguna foto de Leyre Gimenez en facebook más representativa que esta.
Pd2: Ya advertí en el anterior artículo que el concierto del Wind Cambrils lo podía recomendar a ojos cerrados. Algun@s amig@s que me conocen hace tiempo y que me han visto en muchas batallas me hicieron caso, vinieron hasta Tarragona, y sólo pudieron darme la razón. Nos fuimos tod@s con la sonrisa puesta para unos cuantos días.
Gran noche de verano rebosante de alegría y energías positivas.
Gran recuerdo de alegría y cariño me llevo otra vez de las gentes que habitan el Wind.