Y es que así andamos, yendo y viniendo, para aquí y para allá…
El pasado y el futuro chocan en ocasiones y dejan flotando una resaca de espuma que , acostumbro a saborear tratando de evitar que la profunda nostalgia pueda con el intenso presente y por mi fervor por lo venidero.
El pasado 14 de enero toqué, con motivo de la Causiat Extreme 2017, en la estación invernal de Candanchú (Huesca), y este puede resultar un dato anecdótico e insignificante para quien no sepa de mi pasado.
Es, probablemente, el lugar con más significado para mí en este mundo.
Éramos una familia de esquiadores y concretamente yo fui, además de corredor de esquí alpino de competición bastante bueno, un auténtico enamorado del esquí, de las montañas y, más especialmente, de Candanchú.
Están ancladas en mi torpe memoria una auténtica vorágine de imágenes, sensaciones y situaciones que mezclan el esquí, la noche, algunos rincones, el sol, la nieve, el fuego, la más grata de las satisfacciones y la más profunda de las penas, y muchas cosas más.
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En fin, que toqué en Candanchú y entre el público estaba parte de mi familia, parte de mi cuadrilla de la juventud, e infinitos amigos, vecinos y compañeros de tantas y tantas vivencias. Marabunta de recuerdos.
Si acostumbro a vivir el escenario a flor de piel, bien lo sabéis, podéis echar cuentas de el delirio que supone para mí un concierto de estas características, en ese lugar y con ese público. Es una bomba para mi dura cabecita y para mi galopante corazón.
Fue memorable, y me apunto otro recuerdo para la sección «Candanchú» de mi memoria.
Ya echaba en falta tener que tirar de pala para sacar la furgoneta y poder volver a casa.
Adoro la nieve.
Gracias extremas a los chicos de Causiat Extreme por contar conmigo para su fiesta y, de paso, darme esta oportunidad de reencontrarme con mi pasado. Y enhorabuena por la carrera, la organización y el trabajo fueron… extremos, claro. Todo el mundo lo pasó (pasamos) en grande. Gracias!
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Hablo del influjo de las olas porque estoy pensando en todo esto de Candanchú, que representa un regreso al pasado para descubrir que no han cambiado tantas cosas, y que no hemos cambiado tanto, porque todos seguimos siendo l@s mism@s… Qué cosa!…
…y también estoy pensando en el futuro, porque en poco tiempo se han precipitado los acontecimientos y algo que llevo unos años preparando y rumiando ha cogido carrerilla repentina y de la noche a la mañana va a toda leche.
Por el momento no puedo contar mucho más, pero no vamos a tardar nada en mostrarnos a la luz. Y es algo que antes o después eclipsará, sin duda, a Pablo Líquido y que irá más lejos y por diferente camino.
Os puedo adelantar que por decisión mía ROCK IN TRIO ha dejado de existir, sin dar un sólo concierto, y que ese cese de actividad y ese hartazgo respecto a hacer las cosas a medias ha sido el detonante para dejarme de chorradas e ir a degüello.
Próximamente habrá noticias, pero os adelanto que va a ser algo diferente a lo habitual en el mundo del rock. Ahí es náa!
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Me vuelvo al estudio a seguir trabajando en lo nuevo y me llevo mis recuerdos pirenáicos para que sean mi vieja musa una vez más… bajo el influjo de las olas.
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Un abracico a tod@s!
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Pablo vuestro Líquido
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Pd: Quien tenga el disco de LIKIDA «Luna Hiena» puede echarle una oreja a «Vuelvo a delirar», una canción que habla de Candanchú, de Canfranc… y quien tenga el disco PRELUDIO DE LUNA HIENA, que sepa que está grabado allí durante uno de mis retiros espirituales las montañas.
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