El finde manchego entre mesas, sillas, mucho público infantil y calor… superado!
Y sin ventanillas.
Los kilómetros en verano son más largos.
Hay una barrera, una fina pero turbia línea que separa la decisión de poner el aire acondicionado o ir con las ventanillas abiertas. La cosa se empieza a complicar con 32 ó 33 grados. Soy de empezar con ventanillas abiertas y si es insostenible cerrarlas y poner el aire.
Este fin de semana he hecho más de 1300 kms con las cuatro ventanillas abiertas.
Como si hubiera hecho todo el viaje sin cristales.
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Los conciertos de verano, en exterior, tienen habitualmente una característica común, hay niños pequeños. Esto supone con frecuencia que, primero, mientras monto me sometan al tercer grado asediándome a preguntas tipo: ¿qué vais a hacer? ¿Para qué es esto? ¿Qué vas a cantar? ¿Cuándo viene Pablo Líquido? ¿Por qué llevas pendientes? ¿Cómo te llamas? ¿Para qué es eso? ¿Y eso? ¿Y eso otro? ¿Te sabes la de Shakira? ¿Esa guitarra eléctrica es de verdad? y un infinito y sorprendente etcétera.
Hay preguntas bastante graciosas, algunos entienden que lo de los pendientes es cosa de chicas, y muchos dan por hecho que para el espectáculo habrá más gente, y dan por sentado que yo, al estar montando, debo ser el montador, y por ende el «Pablo Líquido» de los carteles vendrá luego, a mesa puesta.
Creo que es un poco decepcionante para ellos descubrir que el artista anda poniendo cables y colocando focos, y eso resta glamour y caché a mi persona.
En ocasiones, si sólo hay por ejemplo una niña y no hay interferencias, del tercer grado enfocado a mí pasa sutilmente a contarme sus cosas, a veces me cuenta chascarrilos de su familia, otras me cuenta lo que ha hecho ese día, o cómo son sus compañeros de clase, qué comidas le gustan más y cuáles menos, o… ahí te enteras de todo. No hay discreción alguna. Cuando coge confianza y le caes bien puede empezar a largar todo lo que le pase por la cabeza, sin filtros ni mesura.
Lo segundo que supone la presencia de niños en el concierto (al margen de la preocupación que me genera que pueda acontecer algún accidente entre su inconsciencia y tanto cable, trípode, focos, etc…) es que yo ya no puedo comportarme durante el espectáculo como me comportaría con normalidad en un ambiente adulto, diciendo lo que me pase por la cabeza sin pensarlo, que es una parte importante de mi forma de ser y de trabajar.
Eso me obliga a ejercer una auto censura feroz mientras permanezco alerta para que ninguno se meta debajo del escenario, o se suba, agarre un cable, o un sin fin de cosas que suelen hacer los peques.
Ni que decir tiene que psicológicamente una buena barrera de niños delante del escenario amedrenta cualquier conato de acercarse al mismo o salir a bailar de gran parte del respetable.
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Por otro lado me encanta que asistan a un concierto de verdad, de rock, que vean a alguien en el escenario rompiéndose el alma, no como los ídolos de barro que les venden en las radios y televisiones con un recalcitrante bombardeo mediático y comercial.
Y me encanta las caras que se les quedan a algunos descubriendo la pasión y el Rock´n´Roll, el volumen, las luces, el humo…
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De cualquier forma es algo inevitable y que además no pretendo evitar.
Con que los niños que se acerquen al escenario sean majos y tengan la educación suficiente para que si les dices «no toques eso» no lo toquen, me vale. Porque los hay que te vacilan y desafían… lo siento por ellos, porque la vida es muchísimo más bella cuando tienes educación y respeto hacia los demás.
Pasa como con los adultos, hay niños adorables y otros no tanto (y no siempre es su culpa).
Igual que con los adultos, con los niños en general me entiendo muy bien y me comunico muy bien. Como con los adultos el tono de la relación depende de la intención y la educación con la que nos tratamos. Nada que no sepamos todos.
Me parece genial dar a los peques la oportuniodad de conocer el buen Rock´n´Roll, que la música de plástico la van a escuchar aunque no queramos, y me siento muy orgulloso de algunos casos concretos en los que me consta que les ha marcado asistir a alguno de mis conciertos.
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Los dos conciertos fueron tras la cena, con un nutrido surtido de mesas y sillas, y niños copando las primeras filas.
Este es un panorama a priori desolador. Un compendio de todos los elementos que suelen hacer más difícil cualquier intento de animar al público a animarse.
Pero llevo en esto toda una vida, y sé que es una minuciosa labor de tenacidad y fé, y que con tiempo, mientras hacen la digestión, algunos niños se van a la cama, y van haciendo su labor las pócimas digestivas llamadas «cubatas», y con maña y grandes canciones, y con pasión y alegría, lo que parecía un yermo páramo se puede convertir en una alegre y florida pradera. Lo sé y lucho por ello.
Ya sabéis que procuro no conformarme con que la gente disfrute de la música que toco y canto, mi naturaleza me pide más. Me motiva especialmente que la gente se anime, que cante y baile, que estén cerca y que lo vivan con emoción.
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El viernes en La Trilla (Motilleja, Albacete) al final conseguimos montar un poco de fiesta, además de lo que es propiamente el concierto, pero nos costó bastante rato. El sábado en Los Batanes (Lagunas de Ruidera, Albacete) al ser un camping no disponíamos de tanto tiempo, y había que hacer el trabajo un poco más «express». Empezamos pronto para acabar pronto, así que entre que la gente llegaba tarde de cenar y que teníamos que terminar, nos quedamos justo a las puertas del ratico animado. Lo pasé genial, pero me quedé con las ganas de darle un buen final al concierto. Otra vez será.
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Tanto Belén y compañía en Motilleja, como Jesús y compañía en Los Batanes, me recibieron con todo el cariño del mundo y me cuidaron como a uno de los suyos.
Gracias a ambos y a tod@s, y gracias, y gracias.
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Pasé, como siempre, a visitar a nuestros amigos de Madrigueras, por supuesto visité Calypso Studios, y otros amigos de Albacete, una pareja, nos trajeron el viernes una buena nueva que nos deja muy muy contentos. Enhorabuena Esther y Antoniooo!!!
Lo que sería un sacrilegio sería pasar por Murcia y no tomarse un quintico de Estrella Levante, o pasar por Zaragoza y no tomarse una Ambar (en mi caso una Export), o por Galicia sin catar la Estrella Galicia. Pues bien, esta vez pasé por la Mancha y entre pitos y flautas no me tomé ninguna cerveza El Quijote (en mi caso una Sancho), ni me traje algún pack para casa. Error!!!!!! (que solventaré)
Donde fueres bebe lo que bebieren.
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Porque el invierno es muy largo y porque vivo en el norte, pero si por este fin de semana fuera, me podía haber comprado la furgoneta SIN VENTANILLAS.
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Un saludo con todo mi cariño, y nos vemos muy pronto. Espero.
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Pablo Líquido
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Pd: Ya falta un suspiro para que vuelva Clavero, el bajista de Rock in Trío, del mes que está pasando con la familia por su Galicia natal, y nos pongamos otra vez a trabajar para ir pensando en empezar a pisotear escenarios allá por septiembre u octubre. Yahaaaaa!!!!!